sábado, 22 de agosto de 2009

"Interludio" Parte 2


Debo agradecer a la gente que apoya este blog así sea uno el que me siga. Para mi es una sorpresa que así no haya publicado 1 mes la gente me aopye siguiendome. El blog a cambiado, ya tiene un año vendrá con mas post y menos abandonos.. Tambien se viene el examen en San Marcos, ojala ingrese, tengo unas ganas de quemar todos los libros de Matemática, y golpear policias. Ya sabe apueste por lo nacional.
Piratea y difunde.


*


-¿De donde eres?
-De la Argentina –me respondió Lily.
Mi casa quedaba cerca al pasaje Malvas. Malvas es un pasaje que da a la avenida Alfonso Ugarte, no tiene más de 7 casas y luego da una vuelta brusca para salir por otra avenida. Mi casa era la más grande de la cuadra y Lily vivía a mí costado. Antes vivían ahí unos gitanos que eran muy extraños, en tanto tiempo que vivían ahí solo veía a salir al señor de la casa, se llamaba Melquíades, y era muy raro, los chicos de la cuadra se burlaba de él, y hasta le tenían miedo si lo veían muy cerca. Yo nunca me burle de él. Melquíades llevaba una barba larga y una túnica negra con la cual siempre lo veía, decían que su esposa era un bruja y el era un mago diabólico, pero cierta vez me dijo “¿Tu crees en la alquimia?” lo mire asustado y solo atine a responder “Si, señor”.Fui corriendo a mí casa y busque en un diccionario la palabra alquimia, de ahí supe que no era un mago diabólico.
Después de ese episodio veía ya no a Melquíades con miedo si no con curiosidad, lo veía entrar y salir de su casa todos los días con la misma túnica negra llevando una bolsa, luego lo veía llegar de noche, con la bolsa llena. Me había ganado la burla de mis amigos, creían que Melquíades me había embrujado y que cualquier día me convertiría en sapo o algún animal asqueroso.
-Ustedes son unos bobos ¿Cómo creen que un viejo así va a ser un mago diabólico?
Un día me sorprendió la noticia de que Melquíades había muerto, y a pesar que nunca habla con él, solo lo miraba había algo que me unía a él así que solo atine a ir y pararme frete a su ataúd. Estaba con la misma túnica el sombrero y su barba, no parecía muerto parecía dormido. Luego la esposa de Melquíades se mudo y la casa quedo vacía por unos meses hasta que llego Lily.
-¿eso donde queda?
-Lejos.
Seria que me había enamorado de Lily y aunque aun era muy joven sabia que ella me haría caso, no le hablaba a los otros chicos como me habla a mi, conmigo ella es distinta, es mas suelta.
-¿Tu tienes enamorada?- me pregunta ella
-Bueno no, pero me gusta una chica.
¿Que si, y la conozco?
-Bueno talvez.
-Hey hombre la niña no te hace caso? –dijo alguien tocándome el hombro, era Martín, venia bien vestido, y los zapatos bien lustrados como si fuera a una fiesta.
-Tranquilo hombre. Sabes Quero que me acompañes
Sin hacer caso a Martín miraba a Lily, la niña de mis ojos. Martín pidió que le presente a Lily, le hice caso a regañadientes
-Oye Martín no pudiste ser mas educado –le dije cuando Lily se fue.
-¿Qué te gusta?
-Si, y siento que me va a hacer caso.
-Bueno como tu quieras, pero necesito que me acompañes a un lugar, no te va a quitar mucho tiempo.
-Lastima no puedo estoy esperando a alguien –era a Alberto, hoy era sábado y salía del colegio. Quedamos en que lo acompañaría a la casa de una chica llamada Teresa.
-Bueno, tu te lo pierdes.
Salí por mi balcón para vera a Martin alejarse, pero vi que se quedaba en la esquina. Prendió un cigarrillo y empezó a aspirar lentamente el humo, notaba raro que a Martín un tipo de vida algo apurada estuviera esperando en una esquina, hasta que mis sospechas se aclararon. Martín mi mejor amigo esperaba a que Lily saliera de su casa, de ahí que vi como la interceptaba y se iba caminando con ella.
-Te busca Alberto baja –grito mi madre desde el primer piso.
En mi cabeza solo estaba la imagen de Martín caminado junto a Lily, mientas bajaba las escaleras los imaginaba besándose o imaginado a Martín, Martín Romaña tratado de caerle a ella, en realidad de que me preocupaba si aun Lily no sabia.
-Carajo hombre te veo ahuevado hace un buen rato.
-Estoy enamorado Alberto, y no se que hacer.
-Las mujeres no valen la pena, olvídala yo se lo que te digo.
-Pero y Teresa, tu estas enamorado de ella.
-Eso es distinto.
-¿En que?
-En que yo no quiero nada serio con ella. Tu sabes que mis padres me mandaran a Estados Unidos cuando termine el año.
-Te acuerdas de Martín?
-Claro, no sé por que pero ese tipo me da mala espina.
-Bueno el se fue con ella hoy. La estuvo esperando y se fueron juntos.
-Aléjate de él yo se lo que te digo. Ahora espérame acá tocare la puerta de Teresa y me esperaras, si salgo con ella te vas y mañana nos vemos.

miércoles, 12 de agosto de 2009

"Interludio" PARTE 1




A Alberto lo conocí cierto día que caminaba por Alfonso Ugarte, y como esa vez lo veo ahora caminando por la gente cabizbajo, diferente a los demás, con las manos en los bolsillos ajeno a los demás.
-Hey, cadete cuádrese –le grité.
Alberto y yo teníamos algo en común; los dos estábamos en quinto año, y aunque estábamos en colegios distintos tratábamos de vernos seguido, y eso claro dependía de él. Yo estudiaba en el Salesiano, y él en el Leoncio Prado, y solo lo veía cuando salía.
-Hola.
-Que haces por acá cadetito,
-Paseando. No me consignaron.
Por ese tiempo que andaba con Alberto llego a mi barrio a vivir Lily. Nunca supe realmente cuando vino, solo se que cuando salí a mirar por mi balcón ella estaba barriendo su vereda. Lily era una joven muy bella, y aunque nunca me hacer a ella sabia que tenia mi edad, y que el próximo año iría al colegio, que era un chica humilde, y que venia de Argentina. Todos los días salía por mi balcón a mirarla barrer su vereda, a mi parecer era una joven muy bella, de cuerpo recién formado, torneándose poco a poco camino a ser una bella mujer. Me gustaba mirarla con sus pequeñas blusas, sandalias y esa pequeña falda que volvía locos a todos lo chicos de la cuadra, y es que ella era la sensación del barrio, todos quería hablarle, todos quería saber quien era, de donde venia, y lo mejor de todo: Saber si algún día ella accedería salir con uno de ellos, claro entre ellos estaba yo.
Lily tenía a pesar de ser una niña, no pasaba de tener 17 años, y aunque aparentaba más por su manera de comportarse nunca quiso salir con nadie. Era una bandida hacia cosas que ninguna chica de mi barrio hacia, se ponía ropa corta, y era un poco atrevida al comportarse.
Cierto día encontré a Alberto caminado lentamente entre la gente dirigiéndose a la Plaza Bolognesi, creo que salía de Dos de Mayo.
-Cadete Alberto Fernández –le grite.
-Hola, disculpa pero tengo que irme estoy apurado, han consignado a un amigo y tengo que hacerle un favor, te parece si paso por la noche a tu casa?
-Bueno esta bien. Cuando llegue a mi casa vi a Lily en la puerta de la suya. La salude y le dije “Hola”, y ella me respondió. Esa noche no pude dormir

*
Martín, es un chico de clase alta, cuando lo vi por primera vez francamente me cayo muy bien, y hasta ahora me sigo hablando con el porque francamente el no tuvo la culpa de todo lo que pasó, Martín y sus locuras. Martín y sus bromas, sus palabras con doble sentido, sus ironías, sobre la vida, sobre el amor, era un tipo muy maduro a pesar de tener 17 años. Martín Romaña si era un de plata, pero nunca le gusto esa vida, pensaba cumplir la mayoría de edad para irse a Paris a estudiar. Su padre era una de las personas mas respetadas de todo Lima. Lo conocí en una fiesta en San Isidro la cual invitaron a una ti amia con la cual fui.

*

-¿Qué ya estas borracho? -Carajo Martín son más de 6 botellas las que vamos. El malecón de Miraflores adornaba con sus olas nuestra borrachera. El lugar: Una cueva cerca de la playa. Martín descubrió ese lugar cierto día que estábamos en la playa mirado a la chicas de plata bañándose, Martín era un tipo perdido sin…
-Alto ahí carajo-grito alguien a lo lejos. Un policía a lo lejos nos grito.
-Suelta la botella y corre dijo Martín. Solté la botella y solo vi al policía correr detrás de nosotros, yo corría mas rápido que Martín, cuando corría lo veía abrir la boca, respiraba dando bocanadas de aire.
-Corre Martín ya nos alcanza. El policía seguí corriendo, sabia por que de rato en rato miraba atrás y cada vez lo veía masa cerca. Mientras corríamos por el malecón la gente nos miraba impávidos, como si fuéramos delincuentes. Corríamos con el mar de fondo, con el sol cayendo lentamente hasta que un tipo nos cortó el paso, abrió sus brazos y nos encajo tremendo golpe en el cuello que nos dejo tosiendo buen rato.
-Así que ustedes son prófugos de la justicia? -Tranquilo –dijo Martín al policía- sabe por que no mete la mano a mi bolsillo.
-Cállate mocoso de mierda. Así que tomando en plena calle, los tendré que llevar a la comisaría, a llamar a sus padres. Yo miraba al policía y a la vez la tranquilidad con la cual Martín hablaba al policía, y le pedía que meta la mano a su bolsillo.
-Que te has creído mocoso que te voy a hacer caso.
-Que tiene miedo a un mocoso como yo.
-Que! Y encima malcriado.
-Vamos hágalo. El policía dudando metió lentamente la mano al bolsillo de Martín. “Como hagas algo moco de mierda te muelo a golpes” le dijo. Al introducir la mano el policía sintió algunos papeles mezclado, al sacarlo se dio cuenta que era billetes.
-Tome para que se compre algo. El policía lo miraba impávido sus ojos se había abierto tanto que sentía que en cualquier momento se iba a desorbitar. -Mira mocoso te aprovechas, te dejare ir pero otro día que te vea estoy seguro que no tendrás la misma suerte. Caminamos largo rato sin decir nada al respecto aun estaba asustado por el policía. Hasta que le dije.
-¿Martín, de donde como puedes andar con tanto dinero en el bolsillo?
-Ya sabes que mi papa es rico. Bueno en estos casos el dinero siempre te va a facilitar las cosas. Por el dinero se mueven las cosas, lo único que quiero es cumplir la mayoría e irme a Francia a estudiar de una vez. El sol ya se había ocultado y las luces de la cuidad se reflejaba en el mar, solo yo y Martín caminando algo ebrios por la cuidad de Lima, la gris.

 

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