martes, 27 de octubre de 2009

"Los consejos de la señora Inés"


Se acuesta a mi lado y yo emito el último suspiro
-Leticia nos fregamos.
-No me digas que se rompió.
-No, nos olvidamos de la señora Inés.
Debería decir que todo empezó un día que estaba con Leticia en el paradero esperando el carro que nos llevaría, a ella a su casa y a mí a la avenida Tacna, para luego regresar a Alfonso Ugarte a tomar un carro que me llevaría a mi casa. En el paradero que queda a pocos metros de la academia Leticia me felicitaba por obtener el segundo puesto en el concurso de cuento.
-Para mi tú ocupaste el primer puesto.
-Bueno, pero uno siempre aspira al primero.
Me abraza y me dice que me ama, me besa y en sus ojos leo el libro de su vida. Toco su cintura lentamente y bajo hasta su cadera. Sus ojos se cierran, y antes de que los míos se cierren suspiro algo a su oído.
-Te amo tanto que quiero llevarte a mi cama.
-No seas loco, aun no.
Me besa con pasión hasta sangrarme los labios. Mete su mano bajo mi polo y aunque yo intento lo mismo ella me detiene.
-No seas loco estamos en la calle. Cuando estemos solo haces todo lo que tú quieras.
-Pero eres tan linda, tan bella que me muero por entrar en ti. Bésame
Pero justa antes de probar sus labios alguien me toca al hombro y me dice.
-Disculpen ustedes son de la academia.
-Si –digo yo algo abochornado. Ella nos mira amablemente y nos dice:
-Chicos, estudien, yo sé que ustedes se aman pero tómense su tiempo- Ella me mira y me dice con un tono amigable y sereno-. ¿Qué pasaría si la dejas embarazada hijo? Todas sus metas se van al agua…
Leticia me mira y pongo una cara de no saber que pasa. Solo escucho a la señora.
-Mi nombre es Inés, y vivo acá al frente –nos señala una casa un poco antigua con un balcón y ventanas- y así como ustedes veo muchas parejas que vienen y se besan. Saben en una lastima que tantas jovencitas queden embazadas –ahora la mira a ella y le dice-. Hijita bueno fuera que el hombre nos ayude, pero las que estamos con la barriga somos nosotras, pero el hombre cae parado. Así que ya saben, dejen de pensar en sexo, eso luego. Cuando quiera pasar algo, acuérdense de la señora Inés.
-Claro señora –atino a decir amigablemente-. Cada vez que pase algo ¡Uy, la señora Inés¡ -Leticia se ríe y la señora me mira.
-Si hijito, ahora vayan a su casa que acá hace mucho frio.
-Claro señora se preocupe.
La señora Inés se mete a su casa, y cierra muy despacio la puerta. Miro a Leticia a los ojos y le digo en tono de burla.
-Y ves por estar haciendo tus cosas acá.
-Oye tu eres el enfermo. Tengo hambre.
-Vamos te invito algo.
-Ya pues vamos acá la bodega.
En el camino conversamos sobre lo sucedido y nos reímos un poco, compro algo para ella y regresamos al paradero. Al poco rato pasa un bus y subimos. Nos volvemos a besar con la misma pasión, ahora si logro meter mi mano bajo polo y le digo suavemente.
-Leticia no te olvides de la señora Inés.
Ella se ríe y nos volvemos a besar

3 Reacciones pervertidas:

Noé Alvarado dijo...

usa condon!

nada mas... y si es regular, aprende lo del ciclo!

jajaja

pendex la tia ines!!

Yo dijo...

jajajaj ta chever la historia. Pero la señora Ines tiene toda la razon, una vez que la cagas no hay vuelta atras. Olvidate de TODO.

Cuidense no mas y tiren si quieren

Alma Mateos Taborda dijo...

Muy bueno , me encantó...sin consejitos jajaja. Un abrazo

 

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