miércoles, 31 de diciembre de 2008

"La venganza del muñeco incinerado"


El año nuevo se acerca. Esta mas cerca de lo que pienso (Es mañana). Con el año nuevo viene la nueva esperanza de que este año 2009 todo saldrá bien. Para en especial, pues ahora que termine el colegio no se que mierda haré este 2009, tras el intento fallido de un examen de admisión.
Con el año nuevo viene también las costumbres, las cabalas, los amuletos, y muchas estupideces mas. Lo que más me llama la atención de todo esto, pasando por la ropa interior amarilla, las vueltas a la manzana con una maleta, corriendo entupidamente. Los baños de florecimiento, ya tantas cojudeces, mas. Pero la cojudes mayor es el armado de muñecos con la cara de algún personaje, y quemarlo cruelmente.
Talvez esta se la cojudes mayor, pues como puede haber gente ignorante, y de poco cerebro que queme muñecos, o que mejor dicho solo queme, en estos tiempo de calentamiento global. Los gases que genera este triste muñeco de muerte cruel, con el tiempo aumentara la temperatura de nuestro planeta, haciendo que los incinerados seamos nosotros.
Talvez ese sea unos pocos problemas que genera este inocente muñeco de corta vida, pues, para ponerla fácil. Si la temperatura sube, eso hará que los glaciares se derritan, al derretirse lo glaciares aumentara el nivel del mar, al aumentar el nivel del mar las ciudades costeras se inundaran. También provocara que en lugares donde nunca ah llovido llueva, y lugares lluviosos haya sequía. Una de las tantas consecuencias, será también la escasez de alimentos, y con el aumento de la población el planeta colapsaría.
Eso es lo que realmente causa el hombre a su habitad. Así es como le paga el ser humano al lugar que lo vio crecer. Esas son unas de las pocas cosas que causaría el calentamiento global. No quiero se apocalíptico, pero esta es la triste verdad, la verdad que nos matara, y acabara con la raza humana. No dejes que el muñeco se vengue

martes, 30 de diciembre de 2008

"La primera vez"


Sofía fue mi última pareja, una mujer única en su forma de ser, que me enseño como era la vida de verdad. Siempre fuimos una pareja dispareja. Ella la mujer relista, la que vive la vida como es, la mujer trabajadora, la mujer, mi mujer, pues aunque ya no estoy con ella y hayamos terminado de la peor manera, siempre será un pedazo de mi vida, aunque ella no lo quiera. Yo siempre fui el vagabundo, el que no le importaba nada, solo ella, el loco que la hacia reír a cada instante, y que no podía vivir sin ella, y cuando la tenia a su lado sentía que levitaba, se sentía Dios, y el ser mas feliz de este mísero mundo.
En el tiempo que estuve con ella que fue en el colegio, fui una persona aplicada en los estudios, ayudaba a ella en las cosas que pedían en el colegio, pues ella tenia otras cosas de las cuales ocuparse en su casa que la limitaban de hacer sus tareas. En esos momentos estuve con ella, y la ayudaba y hacíamos la tarea juntos.
Clase de ingles.
-Que te parece si vas a mi casa a hacer la tarea-le dije.
El profesor había dejado una tarea muy sencilla. Ese mismo día salía mi madre de paseo con mi hermano a Chosica, y yo aprovechándome de ese momento invite a Sofía a mí casa. Ese seria el día elegido por mí para hacerla mi mujer (aunque suene un poco machista). L a tarea era demasiado sencilla, pero yo abusando de la confianza que ella tenia hacia mi, le engañe diciendo que la tarea estaba sumamente difícil, sabiendo yo que la haría en menos de media hora.
Ella llego puntual. Yo había casado una pequeña botella de vino, aprovechando ya de la ausencia de mi madre. Empezamos primero por la tarea, mientras le explicaba le arrancaba un beso, y así paso un rato, y termine.
-Que, tan rápido?
-Bueno, es que cuando llegue a mi casa vi que estaba fácil.
- Bueno, entonces ya me voy. Te dejo.
-Pero… Porque. Mira acá tengo la botella de vino, y no la hemos probado.
Encendí la música, y tomamos unos tragos, nos pusimos a bailar (cosa que solo hago con mis parejas, o en muy rara vez).
Cuando el trago ya estaba en mi cabeza me di cuenta, de que ella también estaba encima mió. Nuestros besos apasionados, ella sobre mí pidiéndome que la hiciera mía. Yo jamás pensé en sexo o en placer cuando lo hicimos (no es la letra de Pedro Suárez Vertis), pero ella ya estaba desnuda sobre mi, y lo demás lo dejamos a nuestros cuerpos, nosotros éramos uno solo, nada mas.
-Mierda! Sofía, tocan la puerta.
Me vestí ligeramente, y era ella. Mi madre. Al abrir la pequeña ventana vi su rostro, y sus ojos iluminados por la poca luz que había en esa oscuridad nocturna. Vi su rostro cerré rápidamente la ventana, al voltear Sofía estaba atrás mió, al verme pálido (mucho mas que de costumbre) y me pregunta que pasaba. Que podía hacer en ese momento, en un segundo se me cruzaron millones de ideas en el cerebro de las cuales ninguna comprendía, en ese momento me acorde de la maldita puerta que da a la calle y que nadie usa. Seria una alternativa poco caballerosa, pero tenia esa alternativa, y la otra donde Sofía seria en cierto modo humillada por mi madre. Podía hacerme cargo de la botella de vino, ya que tenía un olor a trago único, capaz de embriagar a mí madre con solo olerme
- Sofía, mi madre ya llego.
-Pucha, ahora
-Ya, mira sal por la puerta que esta en el pasadizo. Cuando mi madre cierre la puerta tú sales.
Ella se alejo un poco nerviosa, pues era en cierto modo mucho más valiente que yo. Abrí la puerta y entro madre preguntado
-¿Por qué cerraste la ventana? Hueles a trago, has estado tomando.
Plamp! Sofía cerró la puerta, pero lo hizo tan fuerte que mi madre oyó el ruido.
- ¿Qué fue eso? ¿Quién salio por ahí?
-Nadie-conteste sumamente nervioso, con el temor de que mi madre saliera a cerciorarse de quien era la persona que salio por esa puerta. Y así lo hizo. Yo me interpuse, y ella dijo que fueron unos amigos míos los que salieron por ahí. Yo le di la razón.
Mi madre de luego me mando a arreglar el desorden de la casa, pero me quede con la satisfacción de que tuve por una tarde a la mujer que ame y quizá siga amando.
Al día siguiente en el colegio no hablamos nada al respecto, como si no hubiera pasado. Por eso la admiraba

jueves, 25 de diciembre de 2008

"Se busca"



Se busca: Noel Nicolas.

Alias: Papa Noel, Santa Claus, San Nicolas, Père Noël, Father Christmas, Sankt Nikolaus, Sanct Herr Nicholaas, Kolya, Niklas, Pezel-Nichol, Semiklaus, Svaty Mikulas Viejito Pascuero.

Delito: Estafa, Asesinato, Explotacion de menores, Trata de personas y Robo.

Vestia por ultima vez un gorro rojo con negro, botines negros con hebillas, llevaba una barba blanca, un abrigo de terciopelo rojo, con borbes blancos.

Bases: La imposibilidad de que este tipo pueda dar la vuelta al mundo en un minuto, y al mismo tiempo repartir regalos.

La imposobilidad de que este sujeto viva desde el siglo IV.

Detalles. Hoy desperte por la mañana entusiasmado, para disponerme a ver mi regalo de navidad (Le habia pedido que me regale el libro "La fiesta del chivo"de Mario Vragas Llosa). Tres dias antes habia enviado mi carta via serpost al Polo Norte en la cual inverti la cantidad de 5 soles por correo rapido. Luego de despertarme hoy 25 de diciembre a las 10am vi en mi estante de libros un libro. Un libro que no habia pedido, era "La bruja de portobello" de Paulo Coelho, al tiempo que lo vi, reclame iracundo la equivocacion que habia comedito el estupido gordo navideño, que pudo confundir a Vargas Llosa, con Paulo Coelho. Decidido tire el libro por la ventana de mi cuarto, muriendo en el acto 5 arañas tejedoras. Es por eso que me dirijo a la justicia del blog, y que este tipo sea buscado por todo el mundo antes de que acabe el 25 y entre en un estado de somnolecia y duerma hasta el prximo año, mientras sus sufridos duendes trabajan. Quien sabe de donde los habra secuestrado, para explotarlos durante el año haciendo juguetes que nunca seran para ellos.

Lima, 25 de diciembre del 2008

lunes, 22 de diciembre de 2008

"El escritor y el payaso"

Este es un articulo de Jaime Bayly en el diario Correo lo lei y me encanto ojala les guste
Conocí a Mario Vargas Llosa en un chifa de Miraflores un sábado que Arturo Salazar, entonces director de La Prensa, decidió reunir a sus jóvenes turcos con el gran escritor. Era 1982 y Mario llevaba bigotes, era muy serio y hablaba mucho, en un tono que te replegaba al silencio. Ya era una gloria literaria. Yo tenía entonces 17 años y me dediqué a comer arroz chaufa y tratar de entender aquello de lo que se hablaba, que me resultaba esquivo.En algún momento Mario me dijo que había leído un reportaje mío sobre los intelectuales de izquierda que vivían cínicamente de la caridad capitalista. Me dejó muy contento.Pero me sorprendió su bigote y su extrema locuacidad en tono papal.Luego me hice amigo de Álvaro, su hijo mayor, que llegó un día a La Prensa, enjuto y barbudo, con un artículo defendiendo a los sandinistas y contando que había abandonado la universidad de Princeton para ser periodista en Lima.Nos hicimos amigos. Teníamos casi la misma edad, él apenas unos meses más joven que yo. Me pareció un tipo valiente, honesto, divertido.En represalia por dejar Princeton y volver a Lima, Mario echó a Álvaro de su casa en Barranco. Como no tenía dónde dormir, Álvaro terminó pasando la noche en el departamento de un amigo. Recuerdo sus risas contándome que un domingo a mediodía entró al cuarto de nuestro amigo a preguntar dónde estaba el café y lo encontró copulando con un gordo velludo.Álvaro terminó asilado en casa de Fernando de Szyslo, amigo de la familia. Cierta tarde, Mario lo citó en el parque de Miraflores para convencerlo de regresar a Princeton. Alvaro volvió a La Prensa con un ojo morado. Mario le había dado un puñete. Ya se sabe que los grandes pensadores liberales a veces dan golpes a sus amigos escritores o a sus hijos díscolos. (Es siempre más fácil ser liberal en las palabras que en los hechos).Desde entonces Mario me dio un poco de miedo, me hizo recordar a mi padre, que me pegaba cuando no le obedecía.Álvaro y yo nos hicimos amigos y su hermano Gonzalo, gran tipo, también fue mi amigo fugaz. Alguna vez nos encontramos en San Juan, Puerto Rico, y Gonzalo y yo preferíamos fumar marihuana y bañarnos en el mar manso y tibio que asistir a las conferencias de Mario.En ese viaje me enamoré de Morgana, la hija menor de Mario. Volvíamos de la playa y nuestras piernas desnudas se rozaron y tuve una inesperada erección y ella lo notó, creo que divertida o halagada o espantada. Nunca pasó nada más, para mi desdicha: que lo sepas, Morgana.Luego vino la locura de la campaña presidencial. Mario hablaba y hablaba como un predicador en celo y nadie lo entendía y creo que Ribeyro tuvo razón cuando le hizo decir a su Luder que Mario imponía con prepotencia sus opiniones, no sabía escuchar y se regocijaba escuchándose a sí mismo. Mario perdió por arrogante, malhumorado e intelectualmente vanidoso. Nadie entendía sus discursos. Citaba a Smith, Hayek, Mises, Isaiah Berlin. Los peruanos naturalmente lo odiaban, porque les recordaba su ignorancia.Apoyé a Mario con entusiasmo desde mi programa. Pero cometí un error. Una tarde Freddy Cooper me pidió que asesorase a Mario. Me preguntó si lo haría a título honorario o por dinero. Pedí dinero. Nunca más me llamaron.Cuando perdieron, Mario tuvo el gesto de invitarme a comer a su casa con Patricia, en vísperas de irse a París. Por esos días Álvaro me pidió ayuda para que le cediera mi programa en Santo Domingo, del que luego de cinco años de viajes mensuales estaba ya harto, y por suerte conseguí cederle la posta. Decidí irme a Washington a escribir una novela, huyendo de las servidumbres de la televisión y viviendo austeramente de mis ahorros. Durante cuatro gloriosos años, fui libre, expatriado, escritor a tiempo completo y caminante de barrios apacibles.Cuando terminé la novela, se la envié a Mario, que estaba en Princeton. Tuvo la generosidad de leer aquel mamotreto. Tiempo después, nos reunimos en el Palace de Madrid. Elogió moderadamente la novela, dijo que debía corregirla y publicarla y me ayudó, llamando por teléfono, a que Seix Barral la publicase. Además, se dio el trabajo de escribir una frase exagerada, diciendo que era una excelente novela, lo que también escribió, con entusiasmo y sin reservas, Miguel García Posada, crítico de El País de España, a página entera, en abril de 1994, suplemento Babelia. Yo no sería un escritor si no fuera por el gran Mario Vargas Llosa, que me abrió las puertas de España y me protegió de las incalculables mezquindades de la prensa peruana.Pero los Vargas Llosa son amigos difíciles y lo que comenzó tan bien ha terminado mal.Primero fue Mario que me llamó snob en El Comercio porque no quería marchar con Álvaro protestando contra el felón de Fujimori. Luego fue de nuevo Mario llamándome chismoso e intrigante y culpándome de la renuncia que Álvaro presentó tardíamente a Toledo (tardíamente, porque cuando Toledo negaba como hija a Zaraí, Álvaro seguía defendiéndolo, trepado sobre un camión, con camisa amarilla, la noche de la primera vuelta). Si bien le aconsejé que renunciara en una carta breve, alegando motivos personales, y que no hiciera pública la información confidencial que poseía como asesor del candidato, porque sería visto como desleal o traidor, Álvaro no me hizo caso como nunca le hizo caso a nadie, ni a sus padres. Y Mario injustamente me culpó de la decisión de su hijo. Quedé decepcionado de que Mario no dijera una palabra contra Toledo en la campaña por negar a su hija Zaraí y negarla ante los tribunales, acusando a la madre de prostituta, todo lo cual, en un país civilizado, habría destruido la carrera política de Toledo y lo hubiera llevado a la cárcel. Luego apoyé a Álvaro en la campaña por el voto en blanco y lo hice porque me dio pena que, tras apuñalar moralmente a Toledo y ser criticado por su padre, se quedase confundido, sin juego político.Años después, fui profesor en Georgetown y vecino de Álvaro. Nos veíamos a menudo. Le conté que estaba tentado de volver a El Francotirador en la campaña peruana del 2006. Me animó. Me dijo: Hazlo. Sácale toda la plata que puedas a Ivcher. Me lo dijo en su camioneta negra, saliendo de los cines de Georgetown.En febrero de 2006 comencé El Francotirador. Desde entonces, Álvaro me eliminó como amigo, sin explicación alguna. No contestó más mis correos. Pasé por DC, lo llamé y tampoco respondió. Supuse que me había dado de baja por trabajar con Baruch Ivcher, su enemigo. Irónicamente, cada tanto Álvaro pasaba por Lima y daba entrevistas a la señora Valenzuela en el canal de Ivcher, al señor Tafur (que salía los sábados en el canal de Ivcher), e incluso al diario Trome (que no es el New York Times) a doble página. Pero Ximena, mi productora, lo llamaba para invitarlo a El Francotirador y él ni la atendía y a mí, ni saludos.Luego pasaron dos percances o infortunios que, me temo, agriaron más las cosas. Me invitaron a la boda de Morgana en Máncora y no pude ir porque estaba en Buenos Aires (pero me excusé con las secretarias). A los pocos días no me invitaron a la fiesta de Mario por sus setenta épicos años en La Huaca, a la que, de haberme invitado, tampoco hubiera ido, porque tenía que pagar para asistir al banquete.Hace pocas semanas fui al correo en Madrid y despaché una novela para Mario y Patricia (con todo mi cariño) y otra para Álvaro y Susana (con la esperanza de reanudar nuestra amistad).El otro día, un pasquín peruano, con evidente mala leche, le preguntó a Álvaro por mí, presentándome como representante de la cultura frívola y acanallada, y mi amigo no me defendió. Yo lo hubiera defendido sin dudarlo de una pregunta tan insidiosa.Y luego Mario le dice a mi amigo Pedro Salinas en una entrevista reciente: Bayly es inteligente y agudo, pero algo payaso. En efecto, puede que en ocasiones yo sea algo payaso (o divertido, según quien me juzgue), como Mario es a menudo algo solemne, pomposo y aburrido, por ejemplo en aquella obra de teatro que vi en Guadalajara o quejándose de la cultura del espectáculo, cuando él mismo hace de su vida un espectáculo incesante. Porque si tanto le molesta la cultura del espectáculo, que se recluya en una casa de campo y deje de exhibirse ante las cámaras de todo el mundo (que es una parte de la cultura del espectáculo, aquella que lo glorifica, que no parece irritarle tanto).Pensé que Mario y Álvaro serían siempre mis amigos. Ahora no estoy tan seguro de ello. Quizá sea lo mejor, dado que en todo escritor que se respete debería agazaparse la sombra del parricida, como bien sabe Mario, a quien seguiré queriendo aunque me diga payaso, un oficio que, por otra parte, es tan noble o más que el del escritor.

"Recordando viejo tiempos"


Es domingo, camino hacia la plaza mayor, hoy es un día especial para todo el Perú. Hoy es la Teleton, y saludo el gesto del presidente García en organizar la Teleton en palacio de gobierno, y juntar a todos los canales, cosa que hasta donde yo se nunca se ah hecho en el Perú. Al bajar de la combi (la verda no se porque odio tanto las combis, será por su imprudencia al manejar) pase el hermoso puente “rayos del sol”. Siempre adore Lima, y mas aun de noche, así que aprovechando la teleton, fui a visitar aquella cuidad que me acogió en mis tiempos bohemios, el los cuales me escapaba de mi casa todo rebelde para irme dormir el la plaza San Martín, y pasear por todas esas calles que acogieron a personas, que de verdad valen la pena. En esos tiempo no sabia mucho de literatura, pero sabia lo que era la vida, sabia lo que era huir de casa, e ir al único lugar en el cual me sentía libre me sentía yo.
Lima no ah cambiado mucho, aunque ahora esta mas ordenada y mas limpia, gracias ala municipalidad y los propios transeúntes que han tomado conciencia, sobre el valor que tiene esta cuidad. Lima sigue aun siendo el lugar que mas me gusta visitar, luego esta la avenida Larco, pues las considero los sitios ideales para poder inspirarse para escribir, para poder hacer literatura.
La gente abarrotaba la plaza mayor, decidida a ver a su artista favorito, y poder verlo de cerca, de pasada al presidente, que muy pocas veces sale de su guarida (palacio) para unirse a la plebe, y poder compartir la solidaridad para salvar al Hogar Clínica San Juan De Dios, que ya hace mucho tiempo sufre por dinero, es bueno poder ayudar, y es bueno varias empresas que son excelentes subiendo los precios se sumen a esto.
Deje la plaza mayor para caminar por el jirón de la Unión, un lugar donde puedes descansar, comer rico, y juntarte con todas las razas de beste país multirracial: los cholos, los gringos, los negros, todos en el jirón de la Unión, me encanta caminar por ahí, y sentirme mas bohemio que nunca. Que las luces me cieguen los ojos, que mareen, porque vivo en Lima, cuidad que amo, las personas que amo, la comida que amo, el extraordinario pisco (que es peruano). Todo eso pertenece a mi cuidad, y aunque haya gente que no la valore, y que siga ensuciando, orinando, eso es lo de menos. El peruano es fuerte, es valiente (¿Seré peruano?).
Ya era de noche, la Teleton seguía, y s quieren saberlo, yo también hice mi donación de 5 solcitos, que aunque es poco se que servirá, además desprenderme de dinero me cuesta trabajo. La gente bailaba al ritmo de la cumbia, coreaba canciones, y tomaba (¿porque el peruano será tan borracho?). Dejo la plaza mayor y me voy la alameda Chabuca Granda, para luego dirigirme a mi casa, dormir y pensar que escribire luego.?

domingo, 21 de diciembre de 2008

"Los que nunca conocieron a Papa Noel"


En la siguiente foto se puede ver a un niño africano agonizando a causa del hambre, a su lado el gallinazo espera la hora de su muerte para devorarlo.
Siempre me pregunte que si realmente Dios existía, porque había tanta injusticia en este planeta, porque la gente se mata por la más mínima cojudes.
Con este post no quiero conseguir cambiar el mundo, no quiero que la gente me siga, solo que tome conciencia de o talvez lo que significa una navidad abundante con pavo, paneteón, y chocolate. De lo felices que somos al reventar cohetes, de lo felices que somos al tener a la familia al lado. Eso es navidad quizás, y no los regalos, no el consumismo, la crisis nos mata
El algunos países “desarrollados” se tiene la costumbre de que los supermercados almacenen los alimentos hasta que estos de descompongan, para luego ser incinerados, habiendo tanta gente en África que muere de hambre, de sida, de cualquier cosa, porque la gente no se alimenta, por que no hay recursos, porque sus gobernantes mas piensan en armas, porque viven traumados, porque acaban de conocer lo realmente que realmente es la libertad, mientras sus países solo se preocupan por compara armas y hay pocos voluntarios, porque lo gobiernos hacen poco o nada para que esta situación cambie, que el hijo de puta de Bush siga matando gente inocente en Irak, que los soldados se decapiten entre ellos y cuelguen los videos sangrientos en Internet.
La verdad yo soy quien para juzgar a Dios si es que realmente, y si algún día lo veo en el cielo le diré “Porque tan tarde” “Porque dejaste que pasara todo esto” “Porque en tu nombre la gente mata”
Si alguien tiene que decirme algo por favor necesito su opinión, los cometario están abiertos a ustedes, esto no puede quedar así, que lo poco que se haga sea bueno.
Felices navidades, Año nuevo


Aca algunos videos de referencia:


http://es.youtube.com/watch?v=ak864UH3nzM

http://es.youtube.com/watch?v=DUxsF9plrco

http://es.youtube.com/watch?v=_y9DtxfqPBg&feature=related

viernes, 19 de diciembre de 2008

"La estrella de Rebeca"

...Aldo caminaba perdidamente por Larco, sin saber como ni cuando, pero estaba allí, el sabia que tenia que salir de la monotonía de su hogar, de los gritos de su madre, y las veces que su padre le hacia acordar lo fracasado que era, no aguantó mas y salio. Pensaba para variar en Rebeca. Hacia mas de una semana que no la veía, no la llamaba por que sentía que si la llamaba la extrañaría mas, así que se trago su orgullo, y desistió de llamarla.
Al caminar por Larco veía los grandes edificios, las tiendas llenas de patucas con narices respingadas, probándose algún vestido, o señoras con algún sombrero pomposo, los caballeros de pipa de los cuales Aldo juraba que se habían perdido en el tiempo. Caminaba cabizbajo, mirando la vereda y la pista sorteando los carros, que a punta de insultos lo hacían salir de la pista. En resumen, Aldo era un despojo humano.
Dejaba Larco para meterse al parque Kennedy, para sentarse en el césped. Saco de su maletín, lo único que traía, un cuaderno donde escribía los post que luego publicaría, y un lapicero que le robo a su hermano, dibujo un boceto del ovalo de miraflores, que salio bien, pero no podía sacarse de su mente aquella mujer que nunca lo correspondió, bajo aquella avenida pedregosa que lo conduce a la playa, pasando por una discoteca homosexual, en la cual se tomo unas fotos hace años. Cada vez que baja por ahí, siempre tenía una mujer en la cabeza. Hace un año era Sofía su ex enamorada que se fue con su mejor amigo, y ahora Rebeca. Ya se hacia de noche, y no tenia miedo de que algo le pase, solo quería volverá ser ese tipo solo, deprimido, que escucha música clásica, y jazz a escondidas.
Se sentó en unas piedras, saco el cuaderno, y miro al cielo, ese cielo que pocas veces se ve despejado como ese día, en el cual se veían las estrellas. Al ver el cielo y sus estrellas, recordó aquel día en el paso una noche con Rebeca haciendo tareas, y al salir a su balcón vieron las pocas estrellas que se pueden ver en el cielo contaminado de Lima, y reconoció una estrella. Esa estrella era igual a la que había visto con Rebeca, y cuando le dijo que solo quería ser su amigo, que nada mas, que ya no la quería, y sea feliz.
Aldo dibujo el cielo, y fue de regreso, paso por ese hediondo puente, en el cual un pobre indigente estaba orinando. Aldo hubiera deseado que el indigente lo orine a el.

"La trampa de Sandra" (para mayores de 18)

- Alo?
Era Sandra, la chica del post anterior. Llorando me decía que tenia que hablar conmigo urgente, que le había pasado algo malo, y que no podía mas. Su voz se oía por el auricular quebrada, y sollozando sin parar
Le dije que me espere en cierto lugar que en media hora me alistaba y salía en su auxilio. Y así fue me duche, cambie de ropa, y Salí apurado en busca de mi amiga, que por mas propuestas indecentes que me haya hecho, por mas que me haya hecho pecar es mi amiga. El carro demoraba, no avanzaba al ritmo que yo quería, cuando ya me daba por vencido escuche timbrar mi celular (el de 69, barato nomás), era Sandra, se le oía mas calmada, y quería aun reunirse conmigo, yo le dije que ya estaba por llegar, que solo era cuestión de minutos, que me espere.
Baje de la maldita combi que me dejo el trasero molido por los malditos baches de mi cuidad capital, aquellos que están años y nunca los rellenan. Cuando baje vi que Sandra no había llegado, la espere por unos minutos y a lo lejos la vi llegar. Sandra era una chica delgada, tez clara, cabello castaño, y llevaba una blusa con un escote veraniego con una falda sobre las rodillas. Cuando me vio sonrió picadamente, ya no quedaban vestigios de su llanto, solo me dijo acompáñame a mi casa quiero hablar contigo, la acompañe sin dudarlo. En el carro camino a su casa le preguntaba por que me había llamado
- Dime si no soy buena actriz.
Mi rostro palideció, entonces para que me llevaba a su casa? En el camino permanecí callado, cuando llegamos a su casa ella abrió la puerta, al cerrarla, me beso ¿Me beso? ¡Me beso!
-Oye tranquila, tus padres pueden venir
- No te preocupes sonsito, no están
Ella se me abalanzo encima, y me llevo de lleno hacia el sillón. Me pare y le dije:
-¿Tu me dijiste que te pasaba algo? Y por eso me has hecho venir de mi casa ¿Por las puras?
- No niño no has venido por las puras. Has venido a cumplir tu promesa.
Ella se abalanzo nuevamente hacia mí esta vez quitándose la blusa, y dejando sus pechos claros al aire.
-Sandra, mira sabes tengo irme. Ya hablamos sobre esto, tú sabes lo de Rebeca ¿Y tu enamorado?
-Ya te dije el esta de viaje.
Me empezó a besar suavemente. Yo me preguntaba por que tenia la desgracia de parecerme a su enamorado, yo jamás me considere un hombre atractivo, al contrario siempre pensé que era un tipo toxico por así llamarlo.
Cuando reaccione ya estaba en la cama de Sandra, ella estaba desnuda frente a mi, podía ver perfectamente lo que no se veía con el uniforme, su cintura delgada entre mis manos, sus claros senos sobre mi pecho, y su sexo a la deriva, tratando de enredarse sobre el mió. Todo lo que me prometió anteriormente fue cumplido rígidamente. Llego el momento en que enredados ella estaba frente a mí sexo, y se dispuso a succionarlo lentamente, con movimientos coordinados. Y ahora me tocaba a mi, tenia su frágil sexo frente al mió, así que decidí sorberlo lentamente, al poco rato lo sentí palpitar. Entre enredos así pasaron 3 horas. Al terminar me sentí una basura, pues me sentí usado de la peor manera, pues sabia a que me metía, y “donde me metía”.
En la combi camino a casa, al igual que la primera vez me baje con el culo molido (malditos baches).

Cosas que pasan cuando lees "Travesuras de la niña mala" Vargas Llosa
El relato contado no nesesariamente es cierto, puede ser producto de la cafeina

miércoles, 17 de diciembre de 2008

"Mentira"


Es mentira que te dije que no te amaba, y que no me importaba si te metías con alguien, que no me importaba tu vida, solo que seas feliz. Que las protagonista de mis cuentos este con u tipo que no sea yo. Todo eso es mentira.
Es de noche, y acabo de leer un libro que me recuerda a Rebeca, mañana pienso ir a Miraflores a pasear. En la radio suena Santana, no me gusta mucho, pero la melodía que toca ahora me parece espectacular. Por una razón desconocida, las moscas han venido a peregrinar a mi casa. Nunca antes ha habido moscas en mi casa, pues las detesto. Detesto que me despierten, que zumben, que se cerca de mi, por eso estoy con el matamoscas en la mano, esperando el mas mínimo descuido de ellas, para darles el golpe de sus vidas, de un zarpaso quitarles la vida.
Mi radio esta aun volumen bajo, eso le da un aura lúgubre a mi cuarto. En la ventana siguen colgando las telarañas. Desteto las moscas, pero a las arañas las amo, me parecen unos seres de inteligencia suprema, mucho mas supremas a la mía, y además, porque en cierto modo matan a las moscas.
Ya Salí de vacaciones, y tengo el miedo de aburrirme en mi casa, ya no tengo tareas que fingir, ya no hay tazas de café- Porque es verano, y jure a Rebeca nunca mas tomar café-, ya no hay los gritos furicos y endemoniados de mi madre tratando de hacerle comprender la lección del día a mi hermano. Estuve hablando con un profesor amigo mió, que podía conseguir un trabajo en una biblioteca. Me dijo que la biblioteca tenía una buena cantidad de libros y una computadora con Internet, pero que no podía usar el Internet en exceso, que mi labor debía de ser: atender y recomendar libros. Por eso no puedo pegarme al Internet, por eso talvez confía en mi, por mi habilidad para devorar libros en días, o quizás horas. En pocas palabras, mi paraíso. Le pregunte donde quedaba. Me dijo por Surco, y que si quería el empleo podía ir el viernes a hablar con la señora. Me dijo también que era la persona ideal para el trabajo. Que el me acompañaría, y que todo saldría bien ¿Qué mentiras le habrá contado mi amigo? No se, pero si consigo el empleo, será el verano mas feliz de mi vida. La paga es buena y trabajare de 9am a 10pm, ósea que me tendría bien ocupado y dejaría de pensar en Rebeca
Tratare de olvidarte niña mala, así me cueste la lucidez, pero aunque tenga miedo de la decisión tomada, se que será buena o mala, como tu niña mala

martes, 16 de diciembre de 2008

"Termine... Y ahora ¿Que mierda hago?"


Viernes. Entre lágrimas y fluidos nasales nos despedimos los compañeros del alma, mi salón, mis compañeros, a todos los deje. Rebeca, estaba ahí, frente a mí como todas las veces. Ayer pasamos un día inolvidable que pienso reservarme. Rebeca te voy a extrañar así no hayas ido a la fiesta de promo, ni tengas el anuario, comprendo que quieras mas a tu enamorado que a mi, pero bueno que voy a hacer
Ese día todos estábamos tristes era el ultimo año que pasábamos juntos, di un polo mío para que fuera llenado de recuerdos, por todos los del salón, pues tenía que tener algo de ellos, mientras tanto yo no me separaba de Rebeca ni por un instante.
Con Rebeca me quede hasta el ultimo, pues quería Un recuerdo de cada uno del colegio, ese día no faltaron las fotos, para recordarlos y tenerlos en mi mente. Saben chicos, los voy a extrañar

Sábado. Es el día de la fiesta de promoción, y tengo nervios, Camelia es mi pareja de promoción, y es una chica muy bella, en cierto modo creo que me saque la lotería con ella, pues hasta menos de 24 horas para la fiesta no tenia pareja, y ella se quedo sin pareja así que no perdí el tiempo. Tenia mi terno, y mi corbata de los looney toones, Lo único que faltaba era ir al ultimo encuentro con mis compañeros
Y estaba ahí frente a la puerta del local, apurado porque se me hizo tarde (como siempre), subiendo las escaleras como un endemoniado porque llegue una hora tarde por culpa de mi madre y su vanidad de arreglarse, tenía que reunirme con Julio pues era la ultima presentación de la banda, la despedida. Cuando llegue estaba Camelia con un vestido rosa o la verdad algún color parecido pues nunca supe realmente diferenciar bien lo colores (¿Seré daltónico?). Su vestido era muy bello y ella también, al verla me bombardeo con preguntas sobre donde estaba la banda. Yo no sabia que contestarle la verdad yo también me preguntaba eso ¿Dónde mierda se había metido Julio? Julio llego al rato, mas tarde que los demás (también como de costumbre)
-Pepe, no va venir. No hay tocada
Así me recibió Julio. Camelia casi lo asesina, pero sabía que luego lo perdonaría. Mandaron a llamarnos porque la ceremonia de la promoción estaba por comenzar. Cada uno con su pareja respectiva, yo con Camelia, Julio con Yessy, Carolina con Carlos. Mis mejores amigos juntos, todos en este momento muy especial para todos, en especial para mí
Cada uno bajo con su pareja, y al bajar nos recibieron con segadores flash de cámaras. La ceremonia fue larga y agotadora, tenía que salir a cantar una canción religiosa renunciando a mi ateísmo. Todo sea para aprobar Religión, pues en dos trimestres no hice el más mínimo esfuerzo por aprobarlo, pero el último trimestre la profesora me dio una oportunidad. Bueno fue así como la ceremonia acabo y mis amigos un poco decepcionados por la cancelación de la tocada empezaron a bailar al ritmo del satánico reggaetón, o la tropical cumbia. Yo que no bailo esos ritmos, ni algún otro, me dispuse a irme con un grupo de amigos a relajarnos, tomar un poco de cerveza, que a decir verdad no me gusta, prefiero el pisco peruano (no el aguardiente chileno, que es un asco), a fumar un pequeño cigarrillo, en ese instante melancólico empiezo recordar a Rebeca, que debe estar trabajando, con su enamorado, porque en momentos como estos la recuerdo mas, y aunque trate de engañarme aun la amo. Me fui afuera a la y vi las estrellas y recordaba cuando estaba en su casa y también mirábamos las estrellas, pero vinieron nuevamente mis amigos a invitarme a pasar adentro, así que tome solo 2 vasos, unos 2 cigarros. Soy muy cuidadoso con mi cuerpo así que procuro no maltrátalo mucho.
La gente estaba muy animada, bailaba frenéticamente ante mis ojos, las luces me cegaban, y el humo del cigarro llegaba ya al límite de asfixiarme. Todas me invitaban a bailar pero yo no quería pues hago el mayor ridículo bailando o tratando de moverme. Así lo pase toda la noche intentando no bailar, pero mi plan fallo, y baile y me moví, y ahora me quiero ir
Al llegar a casa dormí pensando en Rebeca y… Por la putamadre, mañana tengo el examen de admisión en la universidad, lo mejor será que duerma
Domingo. Me levante a las 5:00a.m. Tenia un examen de admisión en una universidad donde enseñan periodismo, el examen supongo que será difícil, pero no eh estudiado ni un poco para ese examen, y si ingreso ahí estará el merito de haber ingresado sin haber estudiado. Tome el carro que me conduciría por las agujeradas calles limeñas. Todavía era temprano el sol no se asomaba por mi ventana, así que tome un libro que estaba leyendo y me dispuse a leer, que mas podía hacer en esta gris cuidad.
La puerta de la universidad estaba ahí, grande y acogedora, pero a la vez traicionera, para el que ose subestimarla. Llegue y había un grupo numeroso de aspirantes a periodistas al igual que yo, cada uno con una historia distinta, y con una meta: Ingresar.
Al entrar al aula, empecé a ponerme nervios, pues la última vez que di un examen, estaba nervioso, y solo era un simulacro, pero ahora es de verdad, así que no estoy para juegos. Coloque mi código en la hoja y me dieron la hoja de preguntas, que a decir verdad estaba muy difíciles, fueron las 3 horas mas caóticas de mi vida, pues las preguntas era en cierto modo difíciles y mas aun las de matemáticas y razonamiento matemático, pues no sabia nada. Pero en cambio las de letras y comprensión de lectura fueron fáciles, así que comencé por las letras. Sinónimos, antónimos, conectores, todas sumamente confusas, pero igual.
Al salir de la universidad con un dolor de cabeza igual al que tuve en el examen anterior, pero con la seguridad que hice todo bien, pero sabía que no iba a ingresar
Y así fue, ahora al terminar esto 3 días después del examen no ingrese así que postulare en agosto, con mentalidad mas seria, y estudio. Jamás me volveré a confiar.

sábado, 13 de diciembre de 2008

"El culo del escritor"


Este fue el primer post que publique y el culpable de que ahora tenga este blog, ya que con el primero no llegue al punto donde queria llegar lo arregle y lo volvi a publicar, espero se rian y les guste. Los hechos ocurrieron en agosto.
La feria del libro de Lima ah terminado y con ella se van todos los libros con descuento que me quería comprar. Las chicas patucas de nariz respingada que me gustaba mirar, se fueron Stephen King, Alfredo Bryce, Jaime Bayly, Julio Cortazar, Gabriel García, Neruda, Julio Ramon Ribeyro, todos se fueron.
La feria del libro vio desfilar a varias celebridades del ambiente político-literario peruano y extranjero, como por ejemplo, Gianmarco, Pablo Simonetti, Pedro Lemebel, Francisco Oviedo por mencionar algunos, y a todos los vi, pero hubo uno en especial: el atorrante de Vargas Llosa.
Vargas Llosa, es el escritor que más he detestado en toda mi vida, pues tras perder las elecciones presidenciales en 1990, se fue a España, y al cabo de tres años se nacionalizo español. Es el tipo que cree que es lo mejor que le ah pasado al Perú, y nosotros peruanos estupidos le damos lugar a su egocentrismo, mientras el habla mal de nosotros en el extranjero. Por eso (Si algún día lees esto), jamás ganaste ni ganaras el premio Nóbel. Los suecos no son tan estupidos como acá, que lo anunciamos como escritor peruano, cuando es español, cuando negó a su raza y se fue a vivir a extranjero. Jamás le perdonare que le dejase un ojo morado a Gabriel García. Tu que deberías tener respeto hacia un Nóbel, donde tu jamás llegaras.
Pues el estuvo en la feria del libro, firmando sus libros a lectores ingenuos. Yo quería acercarme a el así que me compre un libro de el (Que vergüenza) y hice mi cola de 5 cuadras, pues no era el único. Habían como 200 personas que querían la rubrica del escritor español, en su libro.
Corrió el rumor de que ya no firmaría libros. Su prodigiosa mano se había cansado, así que se dirigía a dar una conferencia. No me podía quedar con los brazos cruzados, tenia que decirle todo en su cara y esta era la oportunidad perfecta. Corrí a buscarlo, y ahí estaba, viejo, gallardo, y algo altanero, saludando hipócritamente a la gente de la que luego habla mal en el extranjero. Al acercarme me dio la mano, su mano era blanca, fría como la de un muerto, y algo delicada, pues lo único que había tocado sus manos era seguramente un bolígrafo con el cual escribía sus obras.
Lo vi alejarse. Yo me alejaba también, en eso camine sigilosamente y…Plamp! Le metí la mano al escritor latinoamericanotas famoso. Su trasero era flácido, y tosco. Cuando le metí la mano volteo sin decir nada. Nadie se había percatado de eso, solo el. Seguí avanzado entre la confusión para ir a ver a Pedro Lemebel con la satisfacción de que fui el único peruano que le avía tocado el culo a Mario Vargas Llosa, y se lo contare a mis hijos. Y Vargas Llosa morirá, pero no olvidado, porque los peruanos fuimos y siempre seremos esclavos de los españoles.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

"Quiero acostarme contigo"

Tan solo de escribirlo me tiemblan las manos, y no es que le tenga miedo a una relación sexual, si no que es algo muy serio y delicado en estos tiempos.
Sandra, es una compañera de mi salón. Ella tiene enamorado del cual me habla hasta llegar al limite del hastío. Me habla de sus peleas, de sus reconciliaciones, pero en especial y con sumo detalle de las relaciones con su enamorado. Desde las felaciones, los tamaños, los atuendos, las sensaciones. Pero que he hecho yo para que me tenga tal confianza, que por cierto no la tiene con nadie.
Antes de cualquier comentario desdeñoso, debo dejar en claro, que ella es una chica tranquila, y no cualquier advenediza que se aparece por el camino. Que aunque me cuente las cosas má###órbidas aventuras, siempre se ha comportado como una señorita conmigo, y como persona salvo un pequeño detalle: Es ninfomana.
Sandra me habla de su novio, me dice que se acaba de ir de viaje, y que no vendrá por lo menos en tres meses. Me dice que lo extraña, a el a su cuerpo, que se siente sola y desprotegida de ese calor humano que la mantiene viva.
- ¿Qué puedo hacer?
-Bueno esperarlo, el tiempo se pasa volando cuando te des cuenta estar aquí, y le darás la recibida que se merece.
-Ay! Pero no se si podré ¿Tu me ayudarías?
-Uhmm… en que sentido.
- Es que tú pareces mucho a mi enamorado. Sabes, quiero que te acuestes conmigo.
Al decir eso poso su blanca mano en mi pantalón y empezó a acariciarme. Ella sabe que tengo cierta debilidad ante esas sensaciones, pues antes me jugaba así con ella, pero llego un tiempo en que decidí para eso. Yo estaba frío, con la mirada perdida, y empiezo a tartamudear, pero en un momento de lucidez le digo que saque su mano, que los demás nos podrían ver.
Ella siguió insistiendo, me decía las cosas má###órbidas al oído, y me prometía una noche de placer de la cual no me arrepentiría, pero que puedo hacer yo, pues con cierto bochorno debo admitir que seria la segunda vez que lo hago, pues la primera fue desastrosa, y además de eso a pasado un año, pero ese tema del cual luego escribiré merece un espacio aquí.
Esta insistiendo durante un largo momento mientras me tocaba. Y ya no puedo mas, y le empecé a tocar, y se que esta mal, pero que puedo hacer. Tengo la cabeza caliente y no lo puedo ocultar. Y ahora le estoy tocando los senos, son suaves y algo acogedores. Su falda esta más arriba de lo común, y me invitan a conocerlas. Pero ya no, así que decido irme, pero por la putamadre, se me a parado. Pienso en cualquier cosa y olvido ese estupido colgajo, me voy a mí sitio, pero no sin antes decirle, que la respuesta de su petición se la daré a la hora de salida.
Sandra espero la respuesta, y la diré por vanidad masculina, pero de lo que estoy seguro es que estaré tranquilo, o física, o mentalmente.

lunes, 8 de diciembre de 2008

"Piedras con sangre"


Siempre considere al futbol, y al pandillaje las 2 mayores escorias que existe no solo en el Perú si no en muchos países, pues las dos mayormente van muy ligadas, ya sea por fanatismo, o por el simple hecho de sentir cuanta adrenalina pasa por tus venas al golpear al hincha del equipo contrario
Siempre pensé que los culpables de esto eran en realidad los ilusos padres de familia que no se quitan la venda de los ojos y defienden a sus “retoños”. Ojala que ahora que nos van a desafilar seria bueno que el gobierno y las empresas privadas posen sus ojos en deportes que si nos dan logros y no matan gente


La pequeña masa humana sale presurosa de las aulas, están sedientos de sangre como vampiros, las piedras los llaman, el humo de la marihuana los excita, los hace mas fuertes, pero solo yo se que es mentira, porque yo la probé y me sentí mas inmundo que de costumbre
La pequeña masa humana se dirige a la puerta del colegio, buscan algún escolar imprudente y que sea del colegio contrario para quitarle su casaca, y usarla como trofeo de guerra, guerras que se libran todos los días a la hora de salida
-La gente esta empilada, viejo- me dice un compañero del cual ignoro su nombre
Y es así todos se disponen ir al puente, aquel puente que vio muchas piedras volar por los aires, y cabezas rodar por sus escalones. Es hora de buscar a esos hijos de puta del otro colegio, pero no, ahí vienen
Todos corren presurosos, cogen piedras, palos, botellas, pero yo no cojo nada ¿Por qué? Porque yo no soy igual que ellos, porque yo no golpeare a nadie, porque yo voy en calidad de periodista, quiero verlos en su habitad natural
Y ellos se mueven, danzan alrededor de sus contrincantes, y se golpean, y al ritmo de los golpes y los insultos algunos van cayendo al suelo. Yo solo los miro nada mas, veo con cierto morbo vampírico brotar la sangre de sus cuerpos
-Corre mierda, la policía- me grita alguien al oído
Y por la puta madre estoy corriendo como un delincuente, a los “tombos” no le importa si soy un admirador de las peleas callejeras, ellos solo te cogen y te llevan preso, y digo preso por que yo soy mayor de edad, y me pueden llevar a la sucia celda del alguna comisaria que se cae por trozos. Pero no, yo soy mas rápido que ese obeso policía y logro meterme por una esquina jamás en mi vida pensé correr mas que una avestruz, veo mis pies moverse, y mi pantalón lleno de polvo, pero veo que ya deje a los policías lejos y me detengo. Veo a mi compañero el esta agitado, solo me mira, y al final esboza una sonrisa cómplice. Y yo sudoroso, y con los lentes casi por la boca decido nunca mas jugar a ser periodista, pues la próxima vez me podría costar caro

domingo, 7 de diciembre de 2008

"A comer pastel, a comer lechon"


Es diciembre, ultimo mes del año, y mes de las principales celebraciones del año: navidad y año nuevo. Mes en el cual el consumismo llega a su mayor orgasmo, la televisión bombardea comerciales incitando al crédito y el gasto, agravando de pasa la ya de por si grave crisis económica mundial.
La navidad, aquella festividad donde se celebra la llegada de Jesús a este muna, el cual murió por todos lo pecados, menos por los míos. Mi ideología me impide celebrar este dia, así como san Valentín y fiestas patrias. Y no por anticuado, si no porque no creo en sentimentalismos, ni patriotismos ridículos.
No celebro navidad, desde 2 años, pero eso no significa que no pueda amanecerme ¿Haciendo que? Caminando por las solitarias y grises calles, en alguna amanecida de un Internet, o quizá reventando pirotécnicos, que en estos tiempos me ha causado gran excitación sabiendo que son prohibidos. El hecho deque no celebre navidad, no significa que en mi mesa falte la típica cena navideña. Darnos un pequeño banquete que solo se dan 2 veces al año (navidad y año nuevo), y comer lechón, y tomar ese maldito chocolate, que nos hace sudar, y comer el rico panteón- claro sin pasas-. Siempre son así las cenas navideñas: el chocolate, el pavo, y el panteón, todo eso, en pleno verano. Como seremos los peruanos de alienados, nos copiamos todos los que hacen los gringos.
Y terminare, con el mismo discurso típico de todas las navidades: La navidad no es solo el bonito scooter que te regalan, o el juguete que siempre deseaste, o el mp3 que adorabas, o la bonita blusa que querías. Navidad es quizá el mejor beso de tu vida a las 12 de la noche, el abrazo de un familiar, el recuerdo del ser que ya no esta, la alegría de juntar perro pericote, y gato, el compartir ese trozo de panteón que te sobra, y pensar que tienes la dicha de tener algo en tu mesa, cuando algunos no tienen nada. Eso quizá es navidad.
Feliz navidad, les desea el “grinch”

"Un agujero en mi techo"

Son las 6 de la tarde, y acabo de levantarme de mi sueño de la tarde. Duermo aproximadamente 3 o 4 horas, pues tengo el sueño frágil y debo dormir mucho tiempo para poder caminar. Miro a mi alrededor y ya esta oscureciendo, la ventana que da a mí cuarto sigue igual de sucia, no la limpio hace días, y las arañas han hecho de mi ventana su lugar de peregrinación y copulacion. La legaña me cuelga mis somnolientos ojos chinos y, mi ropa esta arrugada. Mi madre ah salido y estoy solo ¿Qué podría hacer? Agarro la guitarra prestada por un compañero de la banda y finjo tocar alguna canción con la radio a todo volumen para no notar los errores. Pongo agua en la tetera para tomar una taza de café –ya no tomo las 6 o 7 tazas de café en una noche. Prometí a Rebeca dejar el café, y lo estoy cumpliendo- que me levante del letargo que queda aun del sueño, ese sueño que es mi maldición. Siempre pensé que podría ser un ser nocturno, pues en las noches me siento mas despierto, mas activo, y menos idiota Dejo la guitarra, y escucho música a bajo volumen, agarro un libro y leo hasta quedarme con los ojos cansados y dormir nuevamente en la noche. Mi madre ha llegado, dejo el libro rápido y sigilosamente, saco algunos cuadernos, y hago el ademán de hacer algún deber, que no tenga el deber de hacer. La tetera esta sonando, el agua esta hirviendo, saludo a mí madre, ella deja unas cosas, y sale nuevamente. La mayoría del tiempo estoy solo y hago lo que realmente me de la gana, aunque trato no aprovecharme de eso, si hago algunas tareas, pero ya el año termina, y se que pasare, raspando pero pasare.
Hago una taza de café bien caliente con el agua recién hervida. Siento el café pasar por mi garganta, y como a la vez la calienta. La radio sigue sonando, no escucho otra cosa que no sea rock en español (soda, enanitos, prisioneros, etc.), salvo algunas veces que me paso de nerd y escucho música clásica, así sea solo para leer, pero la escucho. Es que soy así, anormal insospechado, algo trastornado, me falta algo, un tornillo o quizá el mecanismo entero, pero que puedo hacer muero por ti, o quizá ya no, quizá ya no te ame, quizá solo fuiste un pasatiempo en mi vida, algo en que apoyarme para subsistir. Quizá eso fuiste para mí.

"Sin sonido"

Se nos acabo la bulla. Los ensayos, losa gritos, las bromas: todo eso se acabo.
Hablando con Julio del porque no hubo ensayo hace una semana, me dijo algo que no hubiera imaginado jamás. Se acabaron los ensayos, el motivo, con un poco de dolor me lo dijo. Potty había jalado 2 cursos en “Cibertec”, y a causa de eso su viejo le prohibió los ensayos por un tiempo indefinido, que podría ir como mínimo de 5 meses (duración del ciclo).
Esto genero desconcierto entre los integrantes del grupo (Potty, Julio, Pepe, y yo) ¿Qué haríamos? Yo por mi parte no sabia que hacer, pues Potty aparte de los problemas con la banda era mi pata y no quería dejar de ensayar en su jato, y además que haríamos sin el.
Pepe dijo que volvería con la banda de su cole, que ya que tiene su propia batería lo podían aceptar, Julio no sabia que hacer al igual que yo. Tal vez sigamos ensayando los dos como lo hacíamos antes. Yo pensaba seguir ensayando con mi guitarra, para que el caso de que nos reuniéramos de acá en 5 meses, ya no solo cantar, si no también tocar guitarra
Aun yo no he hablado con Potty, pensaba ir a su casa en estos días, y hacer algo, tratar de convencer a su viejo para que nos deje ensayar, pero la verdad, no se que haremos.
*
Julio, que has dicho?
Julio acaba de decir al profesor que tocaremos en la fiesta de promoción ¿Cómo lo haremos? Yo no se. Si no tenemos guitarrista, Potty a sido castigado, pero Julio me dijo que Pepe tenia un pata que tocaba guitarra, pero claro no tenia el mismo nivel de Potty que podía puntear y tocar al mismo tiempo, y que también había la posibilidad que Potty nos acompañe ese día, si logra convencer a su viejo de que toque ese día, solo como despedida del grupo. Y aparte creo que Julio insinuó que yo no iba a cantar ese día. Bueno cante o no cante ojala las cosas salgan bien, y que nos podamos reunir, y tocar como lo hacíamos antes

lunes, 1 de diciembre de 2008

"El coco"


—Recurro a usted porque quiero contarle mi historia –dijo el hombre acostado sobre el diván del doctor Harper.
El hombre era Lester Billings, de Waterbury, Connecticut. Según la ficha de la enfermera Vickers, tenía veintiocho años, trabajaba para una empresa industrial de Nueva York, estaba divorciado, y había tenido tres hijos. Todos muertos.
—No puedo recurrir a un cura porque no soy católico. No puedo recurrir a un abogado porque no he hecho nada que deba consultar con él. Lo único que hice fue matar a mis hijos. De uno en uno. Los maté a todos.
El doctor Harper puso en marcha el magnetófono.
Billings estaba duro como una estaca sobre el diván, sin darle un ápice de sí. Sus pies sobresalían, rígidos, por el extremo. Era la imagen de un hombre que se sometía a una humillación necesaria. Tenía las manos cruzadas sobre el pecho, como un cadáver. Sus facciones se mantenían escrupulosamente compuestas. Miraba el simple cielo raso, blanco, de paneles, como si por su superficie desfilaran escenas e imágenes.
—Quiere decir que los mató realmente, o...
—No. –Un movimiento impaciente de la mano—. Pero fui el responsable. Denny en 1967. Shirl en 1971. Y Andy este año. Quiero contárselo.
El doctor Harper no dio nada. Le pareció que Billings tenía un aspecto demacrado y envejecido. Su cabello raleaba, su tez estaba pálida. Sus ojos encerraban todos los secretos miserables del whisky.
—Fueron asesinados, ¿entiende? Pero nadie lo cree. Si lo creyeran, todo se arreglaría.
—¿Por qué?
—Porque...
Billings se interrumpió y se irguió bruscamente sobre los codos, mirando hacia el otro extremo de la habitación.
—¿Qué es eso? –bramó. Sus ojos se habían entrecerrado, reduciéndose a dos tajos oscuros.
—¿Qué es qué?
—Esa puerta.
—El armario empotrado –respondió el doctor Harper—. Donde cuelgo mi abrigo y dejo mis chanclos.
—Ábralo. Quiero ver lo que hay dentro.
El doctor Harper se levantó en silencio, atravesó la habitación y abrió la puerta. Dentro, una gabardina marrón colgaba de una de las cuatro o cinco perchas. Abajo habían un par de chanclos relucientes. Dentro de uno de ellos había un ejemplar cuidadosamente doblado del New York Times. Eso era todo.
—¿Conforme? –preguntó el doctor Harper.
—Sí. –Billings dejó de apoyarse sobre los codos y volvió a la posición anterior.
—Decía –manifestó el doctor Harper mientras volvía a su silla—, que si se pudiera probar el asesinato de sus tres hijos, todos sus problemas se solucionarían. ¿Por qué?
—Me mandarían a la cárcel –explicó Billings inmediatamente—. Para toda la vida. Y en una cárcel uno puede ver lo que hay dentro de todas las habitaciones. Todas las habitaciones. –Sonrió a la nada.
—¿Cómo fueron asesinados sus hijos?
—¡No trate de arrancármelo por la fuerza!
Billings se volvió y miró a Harper con expresión aviesa.
—Se lo diré, no se preocupe. No soy uno de sus chalados que se pasean por el mundo y pretenden ser Napoleón o que justifican haberse aficionado a la heroína porque la madre no los quería. Sé que no me creerá. No me interesa. No importa. Me bastará con contárselo.
—Muy bien. –El doctor Harper extrajo su pipa.
—Me casé con Rita en 1965... Yo tenía veintiún años y ella dieciocho. Estaba embarazada. Ese hijo fue Denny. –Sus labios se contorsionaron para formar una sonrisa gomosa, grotesca, que desapareció en un abrir y cerrar de ojos—. Tuve que dejar la Universidad y buscar empleo, pero no me importó. Los amaba a los dos. Éramos muy felices. Rita volvió a quedar embarazada poco después del nacimiento de Denny, y Shirl vino al mundo en diciembre de 1966. Andy nació en el verano de 1969, cuando Denny ya había muerto. Andy fue un accidente. Eso dijo Rita. Aseguró que a veces los anticonceptivos fallan. Yo sospecho que fue más que un accidente. Los hijos atan al hombre, usted sabe. Eso les gusta a las mujeres, sobre todo cuando el hombre es más inteligente que ellas. ¿No le parece?
Harper emitió un gruñido neutro.
—Pero no importa. A pesar de todo los quería. –Lo dijo con tono casi vengativo, como si hubiera amado a los niños para castigar a su esposa.
—¿Quién mató a los niños? –preguntó Harper.
—El coco –respondió inmediatamente Lester Billings—. El coco los mató a todos. Sencillamente, salió del armario y los mató. –Se volvió y sonrió—. Claro, usted cree que estoy loco. Lo leo en su cara. Pero no me importa. Lo único que deseo es desahogarme e irme.
—Le escucho –dijo Harper.
—Todo comenzó cuando Denny tenía casi dos años y Shirl era apenas un bebé. Denny empezó a llorar cuando Rita lo tenía en la cama. Verá, teníamos un apartamento de dos dormitorios. Shirl dormía en una cuna, en nuestra habitación. Al principio pensé que Denny lloraba porque ya no podía llevarse el biberón a la cama. Rita dijo que no nos obstináramos, que tuviéramos paciencia, que le diéramos el biberón y que él ya lo dejaría solo. Pero así es como los chicos se echan a perder. Si eres tolerante con ellos los malcrías. Después te hacen sufrir. Se dedican a violar chicas, sabe, o empiezan a drogarse. O se hacen maricas. ¿Se imagina lo horrible que es despertar una mañana y descubrir que su chico, su hijo varón, es marica?
>>Sin embargo, después de un tiempo, cuando vimos que no se acostumbraba, empecé a acostarle yo mismo. Y si no dejaba de llorar le daba una palmada. Entonces Rita dijo que repetía a cada rato "luz, luz". Bueno, no sé. ¿Quién entiende lo que dicen los niños tan pequeños? Sólo las madres lo saben.
>>Rita quiso instalarle una lámpara de noche. Uno de esos artefactos que se adosan a la pared con la figura del Ratón Mikey o de Huckleberry Hound o de lo que sea. No se lo permití. Si un niño no le pierde el miedo a la oscuridad cuando es pequeño, nunca se acostumbrará a ella.
>>De todos modos, murió el verano que siguió al nacimiento de Shirl. Esa noche lo metí en la cama y empezó a llorar en seguida. Esta vez entendí lo que decía. Señaló directamente el armario cuando lo dijo. "El coco –gritó—. El coco, papá."
>>Apagué la luz y salí de la habitación y le pregunté a Rita por qué le había enseñado esa palabra al niño. Sentí deseos de pegarle un par de bofetadas, pero me contuve. Juró que nunca se la había enseñado. La acusé de ser una condenada embustera.
>>Verá, ése fue un mal verano para mí. Sólo conseguí que me emplearan para cargar camiones de <> en un almacén, y estaba siempre cansado. Shirl se despertaba y lloraba todas las noches y Rita la tomaba en brazos y gimoteaba. Le aseguro que a veces tenía ganas de arrojarlas a las dos por la ventana. Jesús, a veces los mocosos te hacen perder la chaveta. Podrías matarlos.
>>Bien, el niño me despertó a las tres de la mañana, puntualmente. Fui al baño, medio dormido, sabe, y Rita me preguntó si había ido a ver a Denny. Le contesté que lo hiciera ella y volví a acostarme. Estaba casi dormido cuando Rita empezó a gritar.
>>Me levanté y entré en la habitación. El crío estaba acostado boca arriba, muerto. Blanco como la harina excepto donde la sangre se había..., se había acumulado, por efecto de la gravedad. La parte posterior de las piernas, la cabeza, las... eh... las nalgas. Tenía los ojos abiertos. Eso era lo peor, sabe. Muy dilatados y vidriosos, como los de las cabezas de alce que algunos tipos cuelgan sobre la repisa. Como en las fotos de esos chinitos de Vietnam. Pero un crío norteamericano no debería tener esa expresión. Muerto boca arriba. Con pañales y pantaloncitos de goma porque durante las últimas dos semanas había vuelto a orinarse encima. Qué espanto. Yo amaba a ese niño.
Billings meneó la cabeza lentamente y después volvió a ostentar la misma sonrisa gomosa, grotesca.
—Rita chillaba hasta desgañitarse. Trató de alzar a Denny y mecerlo, pero no se lo permití. A la poli no le gusta que uno toque las evidencias. Lo sé...
—¿Supo entonces que había sido el coco? –preguntó Harper apaciblemente.
—Oh, no. Entonces no. Pero vi algo. En ese momento no le di importancia, pero mi mente lo archivó.
—¿Qué fue?
—La puerta del armario estaba abierta. No mucho. Apenas una rendija. Pero verá, yo sabía que la había dejado cerrada. Dentro había bolsas de plástico. Un crío se pone a jugar con una de ellas y adiós. Se asfixia. ¿Lo sabía?
—Sí. ¿Qué sucedió después?
Billings se encogió de hombros.
—Lo enterramos. –Miró con morbosidad sus manos, que habían arrojado tierra sobre tres pequeños ataúdes.
—¿Hubo una investigación?
—Claro que sí. –Los ojos de Billings centellearon con un brillo sardónico—. Vino un jodido matasanos con un estetoscopio y un maletín negro lleno de chicles y una zamarra robada de alguna escuela veterinaria. ¡Colapso en la cuna, fue el diagnóstico! ¿Ha oído alguna vez semejante disparate? ¡El crío tenía tres años!
—El colapso en la cuna es muy común durante el primer año de vida –explicó Harper puntillosamente—, pero el diagnóstico ha aparecido en los certificados de defunción de niños de hasta cinco años, a falta de otro mejor...
—¡Mierda! –espetó Billings violentamente.
Harper volvió a encender su pipa.
—Un mes después del funeral instalamos a Shirl en la antigua habitación de Denny. Rita se resistió con uñas y dientes, pero yo dije la última palabra. Me dolió, por supuesto. Jesús, me encantaba tener a la mocosa con nosotros. Pero no hay que sobreproteger a los niños, pues en tal caso se convierten en lisiados. Cuando yo era niño mi madre me llevaba a la playa y después se ponía ronca gritando: <<¡No te internes tanto! ¡No te metas allí! ¡Hay corrientes submarinas! ¡Has comido hace una hora! ¡No te zambullas de cabeza!>> Le juro por Dios que incluso me decía que me cuidara de los tiburones. ¿Y cuál fue el resultado? Que ahora ni siquiera soy capaz de acercarme al agua. Es verdad. Si me arrimo a una playa me atacan los calambres. Cuando Denny vivía, Rita consiguió que la llevase una vez con los niños a Savin Rock. Se me descompuso el estómago. Lo sé, ¿entiende? No hay que sobreproteger a los niños. Y uno tampoco debe ser complaciente consigo mismo. La vida continúa. Shirl pasó directamente a la cuna de Denny. Claro que arrojamos el colchón viejo a la basura. No quería que mi pequeña se llenara de microbios.
>>Así transcurrió un año. Y una noche, cuando estoy metiendo a Shirl en su cuna, empieza a aullar y chillar y llorar. "¡El coco, papá, el coco!"
>>Eso me sobresaltó. Decía lo mismo que Denny. Y empecé a recordar la puerta del armario, apenas entreabierta cuando lo encontramos. Quise llevarla por esa noche a nuestra habitación.
—¿Y la llevó?
—No. –Billings se miró las manos y las facciones se convulsionaron—. ¿Cómo podía confesarle a Rita que me había equivocado? Tenía que ser fuerte. Ella había sido siempre una marioneta..., recuerde con cuánta facilidad se acostó conmigo cuando aún no estábamos casados.
—Por otro lado –dijo Harper—, recuerde con cuánta facilidad usted se acostó con ella.
Billings, que estaba cambiando la posición de sus manos, se puso rígido y volvió lentamente la cabeza para mirar a Harper.
—¿Pretende tomarme el pelo?
—Claro que no –respondió Harper.
—Entonces deje que lo cuente a mi manera –espetó Billings—. Estoy aquí para desahogarme. Para contar mi historia. No hablaré de mi vida sexual, si eso es lo que usted espera. Rita y yo hemos tenido una vida sexual muy normal, sin perversiones. Sé que a algunas personas les excita hablar de eso, pero no soy una de ellas.
—De acuerdo –asintió Harper.
—De acuerdo –repitió Billings, con ofuscada arrogancia. Parecía haber perdido el hilo de sus pensamientos, y sus ojos se desviaron, inquietos, hacia la puerta del armario, que estaba herméticamente cerrada.
—¿Prefiere que la abra? –preguntó Harper.
—¡No! –se apresuró a exclamar Billings. Lanzó una risita nerviosa—. ¿Qué interés podría tener en ver sus chanclos?
Y después de una pausa, dijo:
—El coco la mató también a ella. –Se frotó la frente, como si fuera ordenando sus recuerdos—. Un mes más tarde. Pero antes sucedió algo más. Una noche oí un ruido ahí dentro. Y después Shirl gritó. Abrí muy rápidamente la puerta... la luz del pasillo estaba encendida... y... ella estaba sentada en la cuna, llorando, y... algo se movió. En las sombras, junto al armario. Algo se deslizó.
—¿La puerta del armario estaba abierta?
—Un poco. Sólo una rendija. –Billings se humedeció los labios—. Shirl hablaba a gritos del coco. Y dijo algo más que sonó como <>. Sólo que ella dijo <>, sabe. A los niños les resulta difícil pronunciar la <>. Rita vino corriendo y preguntó qué sucedía. Le contesté que la habían asustado las sombras de las ramas que se movían en el techo.
—¿Galochas? –preguntó Harper.
—¿Eh?
—Galas... galochas. Son una especie de chanclos. Quizás había visto las galochas en el armario y se refería a eso.
—Quizá –murmuró Billings—. Quizá se refería a eso. Pero yo no lo creo. Me pareció que decía <>. –Sus ojos empezaron a buscar otra vez la puerta del armario—. Garras, largas garras –su voz se había reducido a un susurro.
—¿Miró dentro del armario?
—S-sí. –Las manos de Billings estaban fuertemente entrelazadas sobre su pecho, tan fuertemente que se veía una luna blanca en cada nudillo.
—¿Había algo dentro? ¿Vio al...?
—¡No vi nada! –chilló Billings de súbito. Y las palabras brotaron atropelladamente, como si hubieran arrancado un corcho negro del fondo de su alma—. Cuando murió la encontré yo, verá. Y estaba negra. Completamente negra. Se había tragado la lengua y estaba negra como una negra de un espectáculo de negros, y me miraba fijamente. Sus ojos parecían los de un animal embalsamado: muy brillantes y espantosos, como canicas vivas, como si estuvieran diciendo <>.
Su voz se apagó gradualmente. Un solo lagrimón silencioso se deslizó por su mejilla.
—Fue una convulsión cerebral, ¿sabe? A veces les sucede a los niños. Una mala señal del cerebro. Le practicaron la autopsia en Hartford y nos dijeron que se había asfixiado al tragarse la lengua durante una convulsión. Y yo tuve que volver solo a casa porque Rita se quedó allí, bajo el efecto de los sedantes. Estaba fuera de sí. Tuve que volver solo a casa, y sé que a un crío no le atacan las convulsiones por una alteración cerebral. Las convulsiones pueden ser el producto de un susto. Y yo tuve que volver solo a la casa donde estaba eso. Dormí en el sofá –susurró—. Con la luz encendida.
—¿Sucedió algo?
—Tuve un sueño –contestó Billings—. Estaba en una habitación oscura y había algo que yo no podía..., no podía ver bien. Estaba en el armario. Hacía un ruido..., un ruido viscoso. Me recordaba un comic que había leído en mi infancia. Cuentos de la cripta. ¿Lo conoce? ¡Jesús! Había un personaje llamado Graham Ingles, capaz de invocar a los monstruos más abominables del mundo... y a algunos de otros mundos. De todos modos, en este relato una mujer ahogaba a su marido, ¿entiende? Le ataba unos bloques de cemento a los pies y lo arrojaba a una cantera inundada. Pero él volvía. Estaba totalmente podrido y de color negro verdoso y los peces le habían devorado un ojo y tenía algas enredadas en el pelo. Volvía y la mataba. Y cuando me desperté en mitad de la noche, pensé que lo encontraría inclinándose sobre mí. Con garras... largas garras...
El doctor Harper consultó su reloj digital embutido en su mesa. Lester Billings estaba hablando desde hacía casi media hora.
—Cuando su esposa volvió a casa –dijo—, ¿cuál fue su actitud respecto a usted?
—Aún me amaba –respondió Billings orgullosamente—. Seguía siendo una mujer sumisa. Ése es el deber de la esposa, ¿no le parece? La liberación femenina sólo sirve para aumentar el número de chalados. Lo más importante es que cada cual sepa ocupar su lugar... Su... su... eh...
—¿Su sitio en la vida?
—¡Eso es! –Billings hizo chasquear los dedos—. Y la mujer debe seguir al marido. Oh, durante los primeros cuatro o cinco meses que siguieron a la desgracia estuvo bastante mustia..., arrastraba los pies por la casa, no cantaba, no veía la TV, no reía. Yo sabía que se sobrepondría. Cuando los niños son tan pequeños, uno no llega a encariñarse tanto. Después de un tiempo hay que mirar su foto para recordar cómo eran, exactamente.
>>Quería otro bebé –agregó, con tono lúgubre—. Le dije que era una mala idea. Oh, no de forma definitiva, sino por un tiempo. Le dije que era hora de que nos conformáramos y empezáramos a disfrutar el uno del otro. Antes nunca habíamos tenido la oportunidad de hacerlo. Si queríamos ir al cine, teníamos que buscar una babysitter. No podíamos ir a la ciudad a ver un partido de fútbol si los padres de ella no aceptaban cuidar a los críos, porque mi madre no quería tener tratos con nosotros. Denny había nacido demasiado poco tiempo después de que nos casamos, ¿entiende? Mi madre dijo que Rita era una zorra, una vulgar trotacalles. ¿Qué le parece? Una vez me hizo sentar y me recitó la lista de las enfermedades que podía pescarme si me acostaba con una tro... con una prostituta. Me explicó cómo un día aparecía una llaguita en la ver... en el pene, y al día siguiente se estaba pudriendo. Ni siquiera aceptó venir a la boda.
Billings tamborileó con los dedos sobre su pecho.
—El ginecólogo de Rita le vendió un chisme llamado DIU... dispositivo intrauterino. Absolutamente seguro, dijo el médico. Bastaba insertarlo en el..., en el aparato femenino, y listo. Si hay algo allí, el óvulo no se fecunda. Ni siquiera se nota. –Ni siquiera sabes que está allí. Y al año siguiente volvió a quedar embarazada. Vaya seguridad absoluta.
—Ningún método anticonceptivo es perfecto –explicó Harper—. La píldora sólo lo es en el noventa y ocho por ciento de los casos. El DIU puede ser expulsado por contracciones musculares, por un fuerte flujo menstrual y, en casos excepcionales, durante la evacuación.
—Sí. O la mujer se lo puede quitar.
—Es posible.
—¿Y entonces qué? Empieza a tejer prendas de bebé, canta bajo la ducha, y come encurtidos como una loca. Se sienta sobre mis rodillas y dice que debe ser la voluntad de Dios. Mierda.
—¿El bebé nació al finalizar el año que siguió a la muerte de Shirl?

—Exactamente. Un varón. Le llamó Andrew Lester Billings. Yo no quise tener nada que ver con él, por lo menos al principio. Decidí que puesto que ella había armado el jaleo, tenía que apañárselas sola. Sé que esto puede parecer brutal, pero no olvide cuánto había sufrido yo.
>>Sin embargo terminé por cobrarle cariño, sabe. Para empezar, era el único de la camada que se parecía a mí. Denny guardaba parecido con su madre, y Shirley no se había parecido a nadie, excepto tal vez a la abuela Ann. Pero Andy era idéntico a mí.
>>Cuando volvía de trabajar iba a jugar con él. Me cogía sólo el dedo y sonreía y gorgoteaba. A las nueve semanas ya sonreía como su papá. ¿Cree lo que le estoy contando?
>>Y una noche, hete aquí que salgo de una tienda con un móvil para colgar sobre la cuna del crío. ¡Yo! Yo siempre he pensado que los críos no valoran los regalos hasta que tienen edad suficiente para dar las gracias. Pero ahí estaba yo, comprándole un chisme ridículo, y de pronto me di cuenta de que lo quería más que a nadie. Ya había conseguido un nuevo empleo, muy bueno: vendía taladros de la firma <>. Había prosperado mucho y cuando Andy cumplió un año nos mudamos a Waterbury. La vieja casa tenía demasiados malos recuerdos.
>>Y demasiados armarios.
>>El año siguiente fue el mejor para nosotros. Daría todos los dedos de la mano derecha por poder vivirlo de nuevo. Oh, aún había guerra en Vietnam, y los hippies seguían paseándose desnudos, y los negros vociferaban mucho, pero nada de eso nos afectaba. Vivíamos en una calle tranquila, con buenos vecinos. Éramos felices –resumió sencillamente—. Un día le pregunté a Rita si no estaba preocupada. Usted sabe, dicen que no hay dos sin tres. Contestó que eso no se aplicaba a nosotros. Que Andy era distinto, que Dios lo había rodeado con un círculo mágico.
Billings miró el techo con expresión morbosa.
—El año pasado no fue tan bueno. Algo cambió en la casa. Empecé a dejar los chanclos en el vestíbulo porque ya no me gustaba abrir la puerta del armario. Pensaba constantemente: ¿Y qué harás si está ahí dentro, agazapado y listo para abalanzarse apenas abras la puerta? Y empecé a imaginar que oía ruidos extraños, como si algo negro y verde y húmedo se estuviera moviendo apenas, ahí dentro.
>>Rita me preguntaba si no trabajaba demasiado, y empecé a insultarla como antes. Me revolvía el estómago dejarlos solos para ir a trabajar, pero al mismo tiempo me alegraba salir. Que Dios me ayude, me alegraba salir. Verá, empecé a pensar que nos había perdido durante un tiempo cuando nos mudamos. Había tenido que buscarnos, deslizándose por las calles durante la noche y quizá reptando por las alcantarillas. Olfateando nuestro rastro. Necesitó un año, pero nos encontró. Ha vuelto, me dije. Le apetece Andy y le apetezco yo. Empecé a sospechar que quizá si piensas mucho tiempo en algo, y crees que existe, termina por corporizarse. Quizá todos los monstruos con los que nos asustaban cuando éramos niños, Frankenstein y el Hombre Lobo y la Momia, existían realmente. Existían en la medida suficiente para matar a los niños que aparentemente habían caído en un abismo o se habían ahogado en un lago o tan sólo habían desaparecido. Quizá...
—¿Se está evadiendo de algo, señor Billings?

Este cuento me gusto, pertenece a Stephen King. Del libro "El umbral de la noche"
 

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